El vínculo entre Alfa Romeo y la Fórmula 1 está inscripto en la historia de las carreras deportivas: Alfa Romeo ganó el primer Gran Premio y la edición inaugural de la categoría reina de automovilismo en 1950, con Nino Farina a bordo de un Alfa Romeo Gran Premio Tipo 158 «Alfetta», un éxito que repitió en 1951 con Juan Manuel Fangio en el Alfetta 159.
La carrera número mil
El 13 de mayo se cumple el aniversario del primer Gran Premio de Fórmula 1, uno de los grandes mitos deportivos de nuestro tiempo. Con motivo de la carrera número mil, la Federación Internacional celebró el 14 de julio de 2019 en Shanghái el nacimiento de este campeonato (en 1950, en Silverstone) y el 13 de mayo de 2020 se celebra el 70 aniversario de la Fórmula 1.
Dos épocas muy diferentes cara a cara: en 1950, el casco para los pilotos aún no era obligatorio, no había televisión y los espectadores se colocaban a pie de pista. Hoy, el «circo» de la Fórmula 1 es una industria global ultratecnológica, que entra en los hogares de 400 millones de personas cada temporada a través de la TV y vía web.
Solo dos cosas son comunes a ambas épocas: la pasión del público y Alfa Romeo, que regresó a la Fórmula 1 en 2018 junto con el equipo Sauber, y que a partir de 2020 competirá bajo el nombre de Alfa Romeo Racing ORLEN. Alfa Romeo no ha sido la misma sin la Fórmula 1. Y tal vez la Fórmula 1 no haya sido la misma sin Alfa Romeo.
El Alfetta 158
El Alfetta de 1938 es una joya de la tecnología. El motor de 8 cilindros en línea con compresor de una etapa y carburador de tres cuerpos fue diseñado por Gioacchino Colombo, jefe del departamento de diseño, que ansiaba un motor potente, con una aceleración instantánea y absolutamente fiable.
Un doble árbol de levas en cabeza accionaba la distribución. El uso de aleaciones ligeras, como la de magnesio Elektron para el monobloque y el acero al cromo-níquel para el cigüeñal, permitió reducir el peso del motor a solo 165 kg. El cambio se montaba en la parte trasera, formando un bloque con el diferencial. Es el famoso esquema «transaxle», que ocupaba menos espacio y proporcionaba una distribución óptima del peso entre los dos ejes: una solución que la marca usó más tarde también en los vehículos de producción en serie.
La Segunda Guerra Mundial rompió el hilo de la investigación y detuvo la evolución de los automóviles Alfa Romeo, pero las soluciones técnicas previstas por el proyecto fueron lo suficientemente sofisticadas como para ser válidas en el periodo de la posguerra y, en algunos casos, hasta el día de hoy.
La huida a Abbiategrasso
El vínculo entre los modelos Alfa 158 de antes y después de la guerra no era solo una cuestión de diseño similar, también había una continuidad física: los modelos de la posguerra eran literalmente los mismos que los de antes de la guerra, que se habían ocultado aguardando el final de la contienda.
Estamos en 1943
Milán está ocupada, las redadas y los arrestos están a la orden del día. Un pequeño número de Alfetta 158 permanece almacenado en la fábrica de Portello, pero corre el riesgo de convertirse en botín de guerra. Varios técnicos y trabajadores de Alfa Romeo deciden que deben hacerlos desaparecer y planifican de forma clandestina su traslado en camiones. Varios entusiastas de Alfa se ofrecen como voluntarios para esconder uno, como el campeón de lanchas motoras Achille Castoldi, quien había establecido un récord mundial de velocidad en 1940 precisamente usando un motor Alfa Romeo 158.
Pero algo no va bien. Justo cuando el convoy de camiones está a punto de partir, aparece una patrulla de la Wehrmacht apuntando con sus armas. Afortunadamente, el piloto de pruebas Pietro Bonini era suizo y había vivido en Berlín durante bastante tiempo. Hablando en perfecto alemán y agitando un salvoconducto logra salvar la situación. El convoy se pone en marcha. Los coches 158 se llevaron a garajes y cobertizos de granjas, ocultos detrás de falsas paredes o pilas de leña, a la espera de tiempos mejores.
El nacimiento de la F1
Poco tiempo después del final de la guerra, esos mismos modelos Alfetta 158 se llevaron de vuelta a la fábrica de Portello, se restauraron y prepararon cuidadosamente para volver a competir. Y volvieron a ganar de inmediato, a pesar de que no existía un Campeonato como tal. Entre 1947 y 1948, Nino Farina triunfa en el Gran Premio de las Naciones en Ginebra, Varzi fue el primero en cruzar la línea de meta del Gran Premio del Valentino en Turín, y Tossi barre a la competencia en el Gran Premio de Milán. El mensaje era alto y claro: Alfa Romeo seguía siendo el equipo a batir.
El Gran Premio de Gran Bretaña de Silverstone en 1950 fue la primera de las siete carreras que conformaron el primer Campeonato Mundial de Fórmula 1 de la FIA. Los países que habían estado en guerra unos pocos años antes se unieron en una competición deportiva: fue un momento histórico. Y también resultó ser un triunfo histórico para Alfa Romeo.
Cuatro modelos Alfetta 158 ocupan los primeros cuatro puestos en la parrilla de salida. Giuseppe «Nino» Farina conquistó la pole position, la vuelta rápida y la victoria final. Segundo llegó Luigi Fagioli y tercero Reg Parnell. Alfa Romeo monopolizó el primer podio de la F1.
El equipo de las 3F
La combinación de velocidad, maniobrabilidad y fiabilidad del 158 lo convirtieron en el máximo exponente de la tecnología automovilística del momento. En el año de su nacimiento (1938), tenía un motor de 1,5 litros con un compresor de 185 caballos. Pocos años después de la guerra, el compresor se convirtió en doble etapa y el motor alcanzó los 275 CV y más tarde los 350 (a 8.600 rpm) en 1950. Gracias a su extrema ligereza, su relación peso/potencia era de solo 2 kg/CV, un dato que rivaliza con el de los superdeportivos actuales.
La superioridad técnica se traduce en victorias. Para la prensa, Farina, Fangio y Fagioli se convirtieron en «el equipo de las 3F», un trío insuperable que derrotaba a todos los rivales. Los tres pilotos Alfa Romeo ganaron todos los Grandes Premios en los que participaron, subiendo al podio en doce ocasiones y logrando cinco vueltas rápidas. Como dijo Giuseppe Busso, histórico diseñador de Alfa Romeo y colaborador de Gioacchino Colombo, «nuestro principal problema era decidir cuál de los tres pilotos tenía que ganar la carrera».
El 3 de septiembre de 1950, en el Gran Premio de Monza, Alfa Romeo probó las soluciones técnicas del Alfetta 159, desarrollado para que participara en el Campeonato del año siguiente. El nuevo Alfetta debutó con una victoria. Al volante estaba Nino Farina, quien se convirtió así en el primer Campeón del Mundo de Fórmula 1.
El Alfetta 159
Al año siguiente, el campeonato se resolvió solo en la última carrera, al final de un largo duelo entre Alfa Romeo y Ferrari. Después de 17 años, el extraordinario motor del Alfetta había alcanzado todo su potencial de desarrollo, pero durante las carreras de 1951 los técnicos lograron una vez más obtener potencia extra y alcanzar el hito de 450 CV. Gracias a este esfuerzo final (y a unos pilotos de extraordinario talento), el 159 triunfó en los GP de Suiza, Bélgica, Francia y España, con once podios y vuelta rápida en las siete carreras disputadas.
El mito de las «3F» y sus victorias terminaron llevando a Alfa Romeo a la pantalla grande. Los dos productores italianos más importantes de la época (Dino De Laurentis y Carlo Ponti) eligieron a las estrellas más famosas del momento (Amedeo Nazzari y una bellísima Alida Valli) para los papeles principales en «Ultimo Incontro», una película ambientada en los circuitos de carreras de Fórmula 1 y en los talleres del equipo de carreras de Alfa Romeo. El escritor Alberto Moravia colaboró en el guion.
La película se estrenó el 24 de octubre de 1951 y, cuatro días después, Juan Manuel Fangio gana el Gran Premio de España y se convierte en Campeón del Mundo a bordo del Alfetta 159. Es la segunda victoria consecutiva. Alfa Romeo había ganado los dos primeros Campeonatos Mundiales de Fórmula 1 de la historia y en ese momento podía retirarse invicta y dedicarse por completo a la producción en serie.
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